Una cola perfecta para ver y admirar. En realidad, esta mujer de la vida vende su cola pero ¿quién no pagaría por tener el trasero de esta chica en la habitación de un hotel en Nueva York?
Seguramente, un disfrute de esos se recordará toda la vida, pero estas nalgas no son para principiantes, es una cola feroz y comedora.
¿Qué si será cara? Bueno, esta cola vale un Petesburgo, habrá que ganar en la bolsa o trabajar duro, pero poseerla será un placer sublime.
Si se ve bien, este trasero está más abierto que el problema de la hipótesis de Riemann, es una cola aguantadora y apta para ser comprada por algún señor deseoso de poseerla.